Como y porque estos 3 hábitos elevan tu rendimiento

Una pintura de acuarela de un hombre trabajando en un portátil en un escritorio

¿Quieres ser más productivo en tu trabajo o en tus proyectos personales? ¿Te gustaría aprovechar mejor tu tiempo y lograr tus objetivos? En este artículo te voy a enseñar tres hábitos simples que puedes implementar hoy mismo para mejorar tu productividad y tu bienestar.

El truco para organizar tu día de manera más efectiva es identificar las tareas de mayor valor e importancia y hacerlas primero. Así podrás obtener mejores resultados con menos esfuerzo. ¿Quieres saber cuáles son estos hábitos y por qué funcionan? Sigue leyendo y descúbrelos.

El primer hábito consiste en planificar tu día con antelación. Todos los días antes de almorzar, dedica cinco minutos a escribir las tres cosas más importantes que necesitas hacer al día siguiente. Entre estas tres tareas, elige una como imprescindible y resáltala. Esta será tu prioridad absoluta.

Al hacer esto, le estás diciendo a tu mente subconsciente qué es lo que realmente importa y qué es lo que te va a acercar más a tus metas. Además, te liberas de la ansiedad y el estrés de tener que decidir qué hacer cada mañana. Así podrás empezar el día con más claridad y enfoque.

Este hábito tiene una base científica. Según el psicólogo Roy Baumeister, autor del libro Fuerza de voluntad, nuestra capacidad de tomar decisiones se agota a lo largo del día, como si fuera un músculo que se cansa. Por eso, es mejor tomar las decisiones importantes por la mañana, cuando estamos más frescos y lúcidos.

Además, al planificar el día con antelación, activamos el efecto Zeigarnik, que consiste en que una vez que empezamos una tarea, nuestro cerebro tiende a seguirla hasta terminarla. Así nos aseguramos de no olvidar o posponer lo que tenemos que hacer.

Hábito 2: Haz lo más difícil primero

El segundo hábito consiste en hacer la tarea más difícil o desagradable primero. Generalmente es la tarea que has resaltado como imprescindible en tu planificación. Es la que te va a aportar más valor y satisfacción, pero también la que más te cuesta o te da pereza.

Al hacer esta tarea primero, te quitas un peso de encima y te sientes más motivado y confiado para el resto del día. Además, aprovechas tu energía y tu concentración al máximo, ya que por la mañana es cuando estás más fresco y despejado. Así evitas procrastinar o dejar las cosas para otro día.

Este hábito también tiene una explicación científica. Según el neurocientífico Daniel Levitin, autor del libro El cerebro organizado, nuestro cerebro funciona mejor cuando está enfocado en una sola cosa, especialmente si es compleja o creativa. Por eso, es mejor hacer las tareas más difíciles cuando tenemos menos distracciones e interrupciones.

Además, al hacer la tarea más difícil primero, activamos el efecto progreso, que consiste en que cuando vemos que avanzamos hacia una meta, nos sentimos más motivados y felices. Así nos animamos a seguir trabajando y a celebrar nuestros logros.

Hábito 3: Agrupa las tareas similares

El tercer hábito consiste en agrupar las tareas similares y hacerlas seguidas. Esto te permite ahorrar tiempo y mejorar tu rendimiento, ya que evitas los cambios constantes de contexto y de herramientas. Por ejemplo, si tienes que contestar emails, hacer llamadas o revisar documentos, hazlo todo en un mismo bloque de tiempo.

Al agrupar las tareas similares, te mantienes en un estado de flujo y reduces las distracciones y las interrupciones. Además, puedes aprovechar los momentos del día en los que estás más o menos activo para hacer las tareas que requieren más o menos atención. Así optimizas tu energía y tu productividad.

Este hábito también tiene un fundamento científico. Según varios estudios relacionados con el multitasking, nuestro cerebro pierde tiempo y eficiencia cada vez que cambia de una tarea a otra, ya que tiene que reconfigurar su estado mental y sus recursos cognitivos. Este cambio puede durar desde unos pocos milisegundos hasta varios segundos, dependiendo de la complejidad de las tareas.

Además, al agrupar las tareas similares, evitamos la interferencia entre las diferentes tareas, que puede provocar errores o confusiones. Por ejemplo, si estamos escribiendo un email y nos interrumpen con una llamada telefónica, podemos olvidar lo que íbamos a escribir o mezclar el contenido de ambas conversaciones.

Cómo aplicar estos hábitos en tu día a día

Ahora que ya conoces estos tres hábitos simples y por qué funcionan, te preguntarás cómo puedes aplicarlos en tu día a día. Aquí te doy algunos consejos prácticos para que los pongas en marcha:

  • Utiliza una agenda o una aplicación para planificar tu día con antelación. Puedes usar herramientas como Google Calendar, todoist o Evernote para organizar tus tareas y recordatorios.
  • Empieza el día con la tarea más difícil o desagradable. No la dejes para después ni la sustituyas por otra más fácil o placentera. Piensa en el alivio y la satisfacción que sentirás cuando la termines.
  • Agrupa las tareas similares y hazlas seguidas. Por ejemplo, si tienes que contestar emails, hazlo en un bloque de tiempo determinado y no los revises constantemente. Si tienes que hacer llamadas, hazlas todas juntas y no las intercales con otras tareas.
  • Evita las distracciones e interrupciones. Apaga el móvil, cierra las redes sociales y avisa a tus compañeros o familiares de que no quieres que te molesten mientras trabajas en tus tareas prioritarias.
  • Haz pausas regulares. No intentes trabajar sin parar durante horas. Tu cerebro necesita descansar y recuperar energía. Puedes usar la técnica pomodoro, que consiste en trabajar 25 minutos, haciendo una pausa de 5 o 10 minutos, que puedes aprovecha para estirarte, beber agua o respirar profundamente.

Te propongo un reto: Intenta poner en practica estos 3 hábitos durante un mes, y observa tus resultados. Luego, cuéntame que tal te ha ido.

Si te parece, puedes dejarme un comentario al final del texto. Me encantará saber de ti y conocer tu experiencia.

Muchas gracias por tu atención y hasta pronto. ¡Un abrazo!

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